Compartimos con vosotros el último vídeo de nuestras XXI Jornadas “Espacios de Locura y Participación” celebradas el pasado febrero. Merece la pena, la mesa y el debate. Aprendimos mucho.
Se corresponde a la Mesa Asistencial: UNIDADES DE HOSPITALIZACIÓN BREVE, LOS RETOS COTIDIANOS DE UN ESPACIO PARA EL BUEN TRATO, y participaron como ponentes: Déborah Ortiz Sánchez (Psiquiatra . UHB Hospital Universitario Príncipe de Asturias), Esther Gómez Rodríguez (Psiquiatra. UHB Hospital Universitario de Getafe), Ignacio García Cabeza (Psiquiatra. UHB Hospital Gregorio Marañón) y Victor Rivelles Sevilla (Psiquiatra. Jefe del Centro de Salud Mental de Fuencarral). Moderada por Maite Climent Clemente (Psiquiatra. CSM Alcobendas).
A continuación os copiamos un extracto del resumen que hicimos de las Jornadas:
En la mesa sobre los retos para el buen trato en las unidades de hospitalización es donde más se evidenciaron las contradicciones de las instituciones psiquiátricas y la dificultad para poder hablar sobre este espacio. Aunque creemos que se abrió un debate necesario en el que deben participar todas las voces, no logramos generar un espacio seguro en el que pensar juntos cómo comenzar a construir una alternativa. Faltó tiempo para reposar lo emocional y poder pensar si hay que eliminar las UHB o transformarlas, si hay alternativas a la hospitalización, si se puede mejorar la atención a las crisis antes de que lleguen al hospital, si hay que cambiar el funcionamiento de las UHB.
De esta mesa salimos con la sensación de que la recuperación de las instituciones es posible, pero que queda mucho camino. Ante un problema institucional las soluciones no podrán ser sólo individuales, sino colectivas. En mejores instituciones tendremos mejores profesionales. Las actuaciones individuales de los profesionales también ocurren en un contexto. Trabajamos y vivimos en la misma sociedad que genera sufrimiento psíquico en muchas de las personas a las que acompañamos: precariedad laboral, espacios físicos mal diseñados, carga asistencial, competitividad, más importancia de los resultados que de los valores, individualismo, relaciones jerárquicas de poder, primacía de lo económico y falta de compromiso político en garantizar los medios para que se ejerzan los derechos de las personas con las mayores garantías.
De esta mesa también salimos con la sensación de que necesitamos lugares donde seguir encontrándonos y apoyándonos, porque trabajamos en espacios que nos enloquecen. En espacios donde no siempre podemos participar libremente expresando nuestra opinión sobre cómo se deberían hacer las cosas. Tradicionalmente estas Jornadas han sido un lugar donde profesionales que coinciden en la necesidad de transformar las cosas se encuentran y se acompañan para denunciar la locura que les generan sus espacios de trabajo, donde acompañarse en lo que duele saberse cómplice cuando no se es ignorante. Donde pensar juntos en cómo mejorar nuestra manera de acompañar a quién acude a nuestros servicios, y en las mejoras que el sistema requiere.
Incluso durante las Jornadas, las voces más libres han sido las de las personas que han tenido experiencias negativas en su paso por los servicios de salud mental. Voces que han interpelado a los profesionales con vehemencia. Que nos han traído testimonios muy dolorosos de maltrato. Que nos han señalado una y otra vez cómo el lenguaje que utiliza la psiquiatría tiene muchas veces una carga de violencia simbólica. Hubo momentos en los que se increpó a los profesionales con la rabia y el dolor del sufrimiento vivido en otros espacios, lo que dificultó el diálogo constructivo. Los debates han sido intensos, tensos en ocasiones, no siempre hemos podido pensar juntos. Es difícil establecer un equilibrio entre la pluralidad en la participación (escuchar más voces, más mentes, más perspectivas) y brindar un espacio suficientemente amplio para que cada individuo profundice en su aportación. Necesitamos también nuevas metodologías, nuevas dinámicas de encuentro que faciliten este diálogo, espacios donde poder pensar juntos con libertad y respeto. No paramos de aprender.
La interpelación de los afectados por el sistema nos obliga a pensar que algo más podemos hacer aparte de juntarnos a acompañarnos entre los que sentimos que hay que transformar el sistema de salud mental. Nos obliga a repensarnos cada intervención, a llevar este debate a nuestros equipos. Cuando se pueda. Porque también hubo quien hablo de miedo. De miedo al aislamiento y a las represalias en el lugar de trabajo. También por este motivo lo individual no va ser suficiente. El miedo va a cambiar de bando, como el lema del 15M. Bien. Pero que tengan miedo los del otro bando, a ser posible. Vamos a cuidarnos, y que al menos en los lugares donde nos acercamos a construir en común no tengamos miedo. Hubo quién señaló que su asociación de usuarios no representaba a todos los usuarios, ni las asociaciones de familias a todas a las familias, y nosotros añadimos que ni las asociaciones de profesionales a todos los profesionales.
Venimos de un sistema con una larga trayectoria individualista, fragmentadora, generadora de desigualdad y sufrimiento. Ya no nos sirven las categorías estancas, el vosotros y el nosotros. Salirse de ahí es nuevo para todos. Va a ser inevitable atravesar este cambio con cierto malestar, pero merece la pena. Merece la pena cuidar los espacios en los que estos debates son posibles. Para construir espacios de deliberación entre todos los que nos sentimos comprometidos con un cambio en la atención.
Somos partícipes de un sistema en el que cada vez hay más ejemplos de un trato digno a las personas a las que acompañamos en sus procesos de recuperarse del sufrimiento psíquico. Pero lo cierto es que estamos muy lejos de que en la mayoría de las instituciones en las que trabajamos no se vulneren los derechos humanos de las personas a las que apoyamos.