Cambio

Probablemente uno de los significantes más vaciados, expoliados y agostados. Que te sabes en muchos idiomas por su connotación monetaria. Vilipendiado una y otra vez en campañas políticas que abanderan que todo va a cambiar para gatopardamente dejar todo como estaba. Y que sin embargo se resiste y sigue significando. Se avecinan cambios. Y aún sabes qué es aunque no sepas qué son.

Esta junta se va, con la sensación de vivir tiempos interesantes. Después de coleccionar decepciones, después de que, en nuestro campo, la salud comunitaria pareciera herida de muerte, después de que, mucho más allá de nosotros, la sociedad entera hubiera agachado la cabeza; después de todo eso, de pronto parece que la discusión sigue en la mesa (¿cuál? ¡todas!), que no toda la mesa está privatizada, que no todo el mundo estaba conforme. Mareas blancas, verdes, negras. Leyes fuerza-partos abortadas y porque la gente dijo NO. Y amenazas de condenas eternas para los enfermos mentales que se desvanecieron. El año en que más banderas griegas viste. Cuando la modélica transición se convirtió en el régimen del 78. De pronto hay esperanza. Vuelven los determinantes sociales en salud, vuelve la sospecha ante la multinacional diciendo quién tiene derecho a tratarse, vuelve a hablarse de qué es el sistema y quiénes están contra él, los que lo confrontan o los que lo pudren. No se fueron pero han vuelto.

Tres años de CSMs cerrando, servicios externalizados, precariedad laboral en los pa- cientes y en los profesionales. Relaciones terapéuticas tan tensadas por lo externo que parece que lo único que va a permanecer es justo en lo que menos creemos, la pastillocracia. Pero también tres años en los que el panóptico empezó a tener fans también entre los diagnosticados, en la que nos atrevimos a escuchar la voz de los que escuchan voces, en la que nos pudimos plantear no sólo cuánto nos estaban comiendo el terreno sino qué terreno queríamos y qué íbamos a plantar en él.

Cambios. La nueva junta va seguir peleando por un modelo público de atención comunitaria a la salud mental, como ha hecho siempre. La nueva junta va seguir, como todas las anteriores, diciendo que dañan más los EREs, el clasismo, el machismo, los prejuicios, la McDonalización de la tensión social (y así hasta la náusea) que los neurotransmisores disbalanceados. Que la psiquiatría puede ser una policía del pensamiento, pero también puede ser la defensa a ultranza del hueco en la sociedad que deben tener algunos de los diferentes. Asociación Madrileña de Salud Mental, desde 1987 al servicio de la locura. El cambio es que esta vez van a escucharnos.

Junta de la AMSM. Marzo de 2015

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