(Por Mariano Hernández Monsalve)
ENTRE DOS MUNDOS. Más allá de los trastornos mentales. May González Marqués. Ed Miret. Barcelona 2012
Como la propia autora se encarga de informarnos, May es una mujer de 43 años que estudió psicología, trabajo profesionalmente en el doblaje, y luego en otras actividades; que vive con su pareja, cuida a su madre, queda con los amigos y aprovecha lo mejor que puede su tiempo de ocio; y que desde hace 10 años tiene entre las cuestiones más importantes de las que preocuparse el atender los avatares e incidencias que se le han venido produciendo en su vida a raíz de ser diagnosticada de trastorno bipolar. Este el desencadenante, el motivo de ponerse manos a la obra para sacar adelante este libro.
No es un libro al uso, no tiene pretensiones de psicoeducación convencional, ni de propiciar adherencias ni adhesiones a tratamientos ni a creencias específicas; no es una psicobiografía, ni mucho menos un relato de una víctima de enfermedad ni del destino. No sabría muy bien como definirlo, excepto por los efectos que proporcionó a este lector, a la sazón crítico ocasional de esta sección de “hemos leído”, del boletín de la madrileña: una impregnación de franqueza, valor, buen humor y buena dosis de originalidad. Escrito a modo de diálogo, conseguido al desdoblarse la autora en entrevistadora y entrevistada, la propia estructura literaria proporciona frescura y fácil lectura. Desprovisto de cualquier atisbo de autocomplacencia, ni en lo exitoso de los logros, ni en los desgarros del dolor de las peores crisis, May González nos facilita el acceso a muchos de sus devaneos, de su periplo interno para afrontar el desconcierto por esa bipolaridad inesperada, tan desconocida al principio, a la que va acercándose mediante una actitud de obligada curiosidad; curiosidad científica en unos momentos, y experiencial siempre. Nos pone al tanto de sus progresos en la aventura de ir descubriendo por sí misma y en su propia persona los enigmas de la tal bipolaridad, de su obligada circulación por el circuito asistencial, acusando los efectos secundarios (de la medicación y de los servicios de salud mental ), la desinformación, la soledad y desconcierto de los familiares, las múltiples caras del estigma, del que logró curarse por méritos propios ( aceptación de sus variables personales, incluidas la vulnerabilidades, junto a conexión sincera con lo mejor de sí misma, y compromiso con la propia vida- separación constructiva del nido familiar de origen, abrirse a compartir, sentirse afortunada por querer y ser querida por Vicente, su pareja ).
No faltan críticas ni sugerencias para que los profesionales demos un par de pasos adelante en favor de una mejor atención,- más allá del trastorno-, a la persona que nos visita. Muchos otras personas aquejadas de algún trastorno mental podrán captar otras muchas sugerencias, y agradecerán el buen tono, realista esperanzado y bienintencionado que impregna todo el relato.