A propósito de…EL ORIGEN DEL SUJETO EN PSICOANÁLISIS: DEL BIG BANG DEL LENGUAJE Y EL DISCURSO. Boletín N45 Primavera 2019

EL ORIGEN DEL SUJETO EN PSICOANÁLISIS: DEL BIG BANG DEL LENGUAJE Y EL DISCURSO de Alfredo Eidelsztein. Letra Viva, 2018. 124 páginas.

Por Rafael Arroyo Guillamón

La vasta obra del psicoanalista francés Jacques Lacan es sobradamente conocida. Estudiada por profesionales de muy diversas disciplinas, su corpus teórico rebasa con mucho las fronteras de la salud mental. Para quienes se acercan a ella, cobra relevancia en primer término su gran complejidad. A diferencia de otros autores, digamos más amables, la fama oscurantista de Lacanha obstaculizadosu transmisión en los foros psicoanalíticos de todo el planeta.Así pues, la aprehensión de su enseñanza suele estar interferida entre otros por dos grandes motivos:

Su estilo, por momentos críptico y agotador, dificulta notablemente su lectura, haciendo desistir rápidamente a gran parte de quienes se inician en su estudio. Algunos creen ver en él ciertacharlatanería o afán de notoriedad,lo que justifican con conocidas anécdotas en las que el psiquiatra parisino haría gala de una notable extravagancia.

Menos evidente resultaotra razón por la que suele malinterpretarse su obra. Estaa concierne, paradójicamente, a quienes se reconocen como herederos de su legado, ejerciendo la práctica psicoanalítica bajo la bandera del lacanismo. Las conocidas sentencias de Lacan sobre su propósito de reconquista del campo freudiano y su famoso “retorno a Freud”han facilitado el equívoco. De hecho, la inmensa mayoría de sus seguidores lee hoy su enseñanza, si no haciéndola coincidir por completo con las propuestas freudianas, sí en un sentido continuista o amplificador de la obra del padre del psicoanálisis.

Este sesgo de lectura, que ya empieza a popularizarse como freudolacanismo, es lo que lleva denunciando desde hace años Alfredo Eidelsztein. Junto a sus colegas de la sociedad psicoanalítica Apertura ―recientemente rebautizada como “Apertura para Otro Lacan”―, el psicoanalista argentino está haciendo zozobrar los cimientos teóricos y clínicos de quienes se creenorientados por la enseñanza de Lacan. Dan cuenta de esta tarea, fruto del trabajo de varias décadas, sus diversos artículos y libros publicados,así como los cientos de cursos y conferencias impartidas; muchos pueden visitarse en los habituales buscadores y plataformas online, ya que este autor defiende con insistencia que la letra de Lacan llegue pública y gratuitamente a cualquier interesado.

El trabajo de Eidelsztein y sus colaboradores no fundamenta la complejidad de Lacan en una cuestión de estilo o en prejuicios personales. Por contra, la exégesis de su obra que este autorlleva a cabo se apoya en una lectura detenida y pormenorizada de las fuentes originales, que desgraciadamente suelen llegarnos distorsionadas, tanto en las versiones oficiales como en las apócrifas de sus textos. Es por ello que quien se acerque a la producción del argentino la encontrará inundada de citas de Lacany de referencias bibliográficas de los cientos de autores en los que el psicoanalista francés apoyaba su discurso. Precisamente, la enormidad de los saberes convocados en su obra―que abarcan desde la filosofía, la lingüística y la antropología hasta la física moderna y las matemáticas― es, según Alfredo Eidelsztein, una notable dificultad para la transmisión de su enseñanza. Así, la versión que se ha popularizado de la obra de Lacan se encuentra violentamente reducida y desfigurada. En primer lugar, por cuanto se la hace pasar por el filtro de la epistemología freudiana, basada en los prejuicios empíricos y positivistas de la ciencia del siglo XIX. Y segundo, porque se han eliminado los aspectos más subversivos de la propuesta de Lacan: aquellos que establecíanuna tensión dialéctica entre el psicoanálisis y las disciplinas mencionadas, proponiendo una articulación de saberes que lo hubieran hecho progresar de igual modo que las ciencias formales de su época. Pero lo anterior implicaba no solo contrariar a la doxa psicoanalítica sino al sentido común que encorsetaba ―aún hoy lo hace― a la abrumadora mayoría del cientifismo del último siglo.

El presente libro, El origen del sujeto en psicoanálisis: Del big bang del lenguaje y el discurso, propone una originalclave de lectura de la obra de Lacan. Con ella, como se señala en el prólogo, sus conceptos cobran una nueva coherencia que pone “patas para arriba” los fundamentos del psicoanálisis. La tesis propuesta en este ensayo traza desde las primeras páginas una clara distinciónentre Freud y Lacan respecto al material con que trabaja un psicoanalista y aquello que lo causa.

Para Freud y su teoría evolucionista, la práctica analítica se cierne siempre sobre alguien, el paciente, sea que lo designemos con la notación biológica “individuo”, con la socio-histórica “persona” o con la legal y política “ciudadano”. En cualquier caso, se trata de una materia prima tangible y sustancial,cuyo origen es el nacimiento de un cuerpo biológico que con los años evoluciona hasta la madurez. De forma paralela, el aparato psíquico se constituye como interno a dicho cuerpo natural y sometido a la tiranía de anárquicas energías que lo pueblan, en última instancia imposibles de neutralizar por completo. La noción de causa en Freud, por tanto, corresponde al sentido común: una relación necesaria y temporal entre hechos en la que aquellos que acontecen antes determinan a los posteriores. El individuo y su aparato psíquico estarían causados por el alumbramiento de un cuerpo anatómico en un momento fechable en el calendario.

Eidelsztein nos muestra, sin embargo, que para Lacan el sujeto ―al quese refirió como parlêtre― es una creación ex-nihilo, a partir de la nada. Su teoría creacionista rechaza la idea de evolución y maduración. En el origen se postula únicamente el lenguaje y su orden significante. Este incluye: la batería y el tesoro de sus términos (aunque completos siempre faltantes, como se designa con la notación Ⱥ), sus leyes de composión, la verdad y la lógica que comportan, así como su encarnadura en unas determinadas coordenadas socio-históricas (el Otro).Para Lacan toda realidad, incluyendo el cuerpo y sus fenómenos naturales, está antecedida por el discurso, por el orden significante y por la preexistencia del Otro. El lenguaje “siempre estuvo allí” como una estructura previa que aloja al sujeto, y no al revés como suele considerarse; no es inventado por elser humano sino causado por sí mismo. Estateoríaresulta tan antiintuitiva, contraria a la evidencia experimental y al sentido común, que no extrañaque haya sidoignorada entre los continuadores del pensamiento lacaniano.

Eidelsztein argumenta estas diferencias entre Freud y Lacan señalando que ambos autoresse basan en distintos tipos de ciencia. Si Freud trabaja conceptos de la ciencia clásica, como los de la física newtoniana, Lacan lo hace con las matemáticas y la física moderna, desarrollada a partir de 1900porla teoría relativista de Einstein, la física cuántica de Heisenberg y Bohr o la teoría de cuerdas y bucles. Ambas concepcionessuponen posturas epistemológicas radicalmente opuestas, en tanto operan conversionesdistintasdel tiempo, el espacio, la materia y la energía.

Habitualmente manejamos un concepto lineal y eterno del tiempo. Este progresa desde el pasado, pasando por el presente, hacia el futuro, sin que podamos definir cuándo se originó ni cuando se detendrá. Es el tiempo cronológico en el que fechamos los acontecimientos mediante los relojes y calendarios. Esclavo de esta concepción, Freud propone que las vivencias infantiles acontecen en un tiempo presente dejando una marca imborrable que tendrá efectos a posteriori. El objetivo del análisisconsiste en resignificar esos sucesos históricos indelebles; primero pues el fenómeno real, después su inscripción como huella y por último su articulación con palabras. Todas las secuencias temporales de la obra freudiana —como los estadios oral, anal, fálico y genital del desarrollo— siguen esta lógica evolucionista; con detenciones o retrocesos pero siempre sobre una serie cronológica y lineal.

Lacan, sin embargo, propone una temporalidad lógica que no se rige por el reloj. El orden simbólico está “ya siempre ahí en su lugar”, desde el comienzo, con lo que le falta y le es imposible. El sujeto es un efecto de la articulación entresignificantes y se localiza en el intervalo entre los mismos, de forma que ninguno de ellos puede ser pasado o futuro del otro. Se postula así un tiempo reversivo o circular en el que se ha perdido la referencia del presente, dejando paso a una anterioridad lógica del futuro respecto del pasado. El objetivo del análisis pasa a ser la institución de distintos pasados del sujeto en tanto se los puede crear.

Otro de los ejes que establecen la separaciónentre Freud y Lacan son las nociones de espacio y energía. Las referencias espaciales en la obra freudiana se inscriben en la geometría euclídea que nos enseñaron en la escuela. Basta ver el modelo del huevo con que Freud explica en El Yo y el Ello su segunda tópica, o las zonas erógenas, en las que la pulsión se asienta en la piel fuertemente inervada de los bordes de los orificios corporales. Así, Freud siempre anidó el aparato psíquico en el interior de un cuerpo anatómico, tridimensional e investido de energía (libidinal). La mayor parte de colegas lacanianos, en línea con lo anterior, postulan un origen primeramente biológico del individuo, proveniente de la sustancia viva. En un segundo tiempo advendrían el lenguaje y el discurso, cuyos significantes no alcanzarían a recubrir por completo ese real corporal, quedando un resto pulsional al que denominangoce.

Eidelsztein nos recuerda que Lacan, ya desde el comienzo de su enseñanza, se basa en una geometría diferente, la de superficies topológicas. De manera que el sujeto tieneúnicamente dos dimensiones: la sustitución (metafórica) y la conexión(metonímica) de significantes. Rechaza así las ideas de interior-exterior y de una corporalidad entendida en términos naturales. Los únicos agujeros (en los que lo importante es su interior y no los bordes) son los que instituye el bucle significante y que alojan la nada, que Lacan representa tanto en el intervalo entre significantes encadenados como en las lúnulas de su famoso nudo borromeo. Es en ellas donde hay que situar al Sujeto, al Otro, al objeto a y al gozo (término que Eidelsztein prefiere para la traducción al español de jouissance). De hecho, los gozos, definidos por Lacan como gozo del Otro (jA) y gozo fálico (jφ), fuera del cuerpo, refutan la extendida idea de un gozoindividual o autista que se asienta en la sustancia corporal. Para Lacan, según la lectura del autor, la preexistencia del orden significante y del Otro harían del gozo un efecto destacado de dichas existencias.

Por otro lado, Lacan contraria el prejuicio occidental, aún vigente, que afirma que para que haya pensamiento debe haber antes un yo individual anclado en un cuerpo biológico. Esa es la postura de Freud, para el que siempre piensa alguien; en última instancia el psicoanálisis se  ocupa de responsabilizar a cada uno de lo que piensa y hace, aunque sea inconscientemente. La lógica de Lacan no atribuye el pensamiento, el habla o el saber a ninguna instancia individual. Por el contrario “Eso piensa”, o “Eso habla” o “Eso sabe” en mí, disolviendo la idea de un sujeto responsable o imputable.

Pero el trabajo de Eidelsztein no se detiene únicamente en plantear que la mayor parte de psicoanalistas siguen modelos científicos antiguos (aristotélico, cartesiano y newtoniano), herederos de una tradición filosófica ontológica y sustancialista. Además, rescata del texto de Lacan sus apoyaturas en la física cosmológica moderna, para leer en él un nuevo modo de entender el origen y la estructura del sujeto con importantes repercusiones para laclínica psicoanalítica.

El autor nos recuerda la teoría del Big Bang, hoy ampliamente aceptada, sobre el origen del universo, de toda su materia y del espacio-tiempo. Esta sostiene un comienzo absoluto, en concreto hace 13.500 millones de años, de forma que es imposible conocersi hubo algo anteso,de haberlo, no tendría efecto causal, es decir, no podría utilizarse para determinar lo posterior. Así, el conocimiento de lo previo al Big Bang se considera una utopía y lo eliminamos de los modelos científicos postulando que el universo “lo olvidó”. Eidelsztein se apoya en esta falta de memoria cósmica,y en su consecuente origen sincrónico del universo, para aplicar la misma lógica al concepto de sujeto en Lacan. La aparición del orden significante (la batería de sus términos y el Otro, cuyo discurso estructurado como un lenguaje  es el inconsciente) funciona como un Big Bang: ya está ahí “desde siempre” a partir de un comienzo absoluto aunque no fechable, es decir, no existe sujeto alguno antes del lenguaje y del inconsciente.

Esta hipótesis no niega la existencia del cuerpo anatómico pero postula, en el campo específico de la clínica psicoanalítica, un olvido radical de lo biológico animal en lo discursivo. El cuerpo anatómico “antes” de la aparición del lenguaje, tanto filogenéticamente como ontológicamente,pierde su potencia causal y se convierte también en significante.Así pues, las sensaciones, los afectos y sentimientos, el sexo, el placer-displacer, el amor-odio, la voluntad, la vida y la muerte, etc.existen por causa del lenguaje bajo la forma dada por el discurso. Cualquiera de estos términos no tiene las mismas características en todos los idiomas,ni tampoco para cada idioma será lo mismo en distintos momentos históricos. Por tanto, lejos de ser individuos de carne y hueso responsables de nuestros dichos, actos, sueños y síntomas, para el psicoanálisis los sujetos somos siervos del significante.

Ya Lacan distinguió el instinto, como conocimiento proveniente del cuerpo biológico, de la pulsión, un saber constituido por la articulación entre significantes. Aunque ilusoriamente esta pareciera provenir del cuerpo, se trata de un texto inscrito en él a partir del hecho de que hay un decir. Una perspectiva opuesta a la freudiana, en la que libido, pulsión y gozo surgen del interior del cuerpo anatómico.La epidemia de dolor crónico que nos afecta, a pesar de que contamos cada vez con analgésicos más potentes, es uno entre tantos ejemplos del origen subjetivo y cultural del síntoma, que el psicoanálsis —a diferencia de las ciencias biomédicas—, no sitúa en la anatomía sino en la dimensión del significado.

De todo lo anterior se deduce, como denuncia Eidelsztein, que los puntos más novedosos de la enseñanza de Lacan se han diluido en una versión estereotipada de su teoría, derivada de un empirismo que él mismo, conocedor de los progresos de la física de su época, había superado ampliamente. La práctica analíticapopularizada hoy en día entre sus seguidores se encuentra profundamente distorsionada, ya que obvia los principios físicos en los que el francés se apoyó para proponer un psicoanálisis diametralmente opuesto al freudiano.

Por ejemplo, hoy en día se acepta ampliamente que observar un sistema lo modifica, es decir, la propia observación crea la realidad física observada. Se supera así la noción freudiana de neutralidad para pensar una clínica en transferencia apoyada en el deseo del analista (ypor tanto en su falta). Otro ejemplo citado por Lacan es el principio de incertidumbre de Heisenberg, a partir de cuya aceptación ya no es posible observar fenómenos como corpúsculos bajo un microscopio, en los que su posición, trayectoria e incluso su pasado y futuro pueden determinarse con precisión. La observación se convierte en una intervención probabilística, basada en una convención matemática. Por tanto, el analista no puede saber qué significan y qué sentido implican los significantes en juego en todo caso clínico si no es articulándolos conjeturalmente en una red, lo que Lacan denominó la”nesciencia del analista”.Por último, la mecánica cuántica ha demostrado la dualidad onda-partícula, es decir, que no hay diferencias fundamentales entre ondas (que no poseen masa y se superponen e interfieren extendidas por el espacio) y partículas (conmasa y que se excluyen entre sí no pudiendo ocupar el mismo lugar al mismo tiempo). Hoy se sabe que, contrariamente al sentido común, todo puede tener propiedades de onda o de partícula en función de cómo planteemos su observación.

Así, para Lacan el sujeto será, según se lo plantee,bien una partícula o bien una onda-movimiento que se superpondrá a otras pudiendo estar en el mismo instante en dos lugares separados. Esto es lo que Lacan plantea como división del sujeto. Depende pues del psicoanalista si la clínica está referida a un individuo de carne y hueso o a un sujetosiempre interferido y entrelazado al Otro (lo que denominóinmixión de Otredad). En este último caso, toda manifestación corporal es significante, comporta significados e implica sentidos que son imposibles de definir más que interpretándolos lingüística y contextualmente. No se niega que hayamicroorganismos que enferman el cuerpo biológico, o síndromes genéticos que causan ciertas patologías, pero que estas alteraciones produzcan infelicidad, tristeza o alegría pertenece al universo significante y del Otro. Eidelsztein lo ejemplifica con los diferentes matices que adquieren la mentira, el amor, la fe, los hábitos cotidianos o el dolor (que en ocasiones aporta placer y es buscado) en diferentes situaciones para un mismo sujeto, o para distintos sujetos, o bien en contextos socioculturales y momentos históricos diversos. Estos matices son imposibles de registrar y medir en los tests neurofisiológicos, ni pueden localizarse a nivel cerebral, a pesar de los estudios científicos que divulgan cada día los medios de información masiva.

En resumen, este ensayo plantea que el paradigma biologicista imperante en nuestra sociedad —y en el psicoanálisis actual— comporta una lógica naturalista que afirma que el cuerpo es lo primero y real. Un real inabarcable por el orden simbólico y materializado en un gozoque reside en elementos biológicos que “son y punto” y que carecen de sentido. Son las experiencias que desde el nacimiento atañen al cuerpo las que, en última instancia, aportan a cada individuo su singularidad.

Sin embargo, una adecuada lectura del texto de Lacanrevela un concepto de lo real muy diferente: un imposible, en el sentido lógico-matemático. Como tal, lo real sepuede cernir escribiéndoselo, es decir, apostando por una hipótesis que lo ubique en una red de cadenas significantes articuladas. Así, aunque de modo conjetural, podemos nombrarlo, demostrando que se trata de un efecto del orden simbólico. Esa es la función de sus famosos matemas, modelos, esquemas y grafos. La particularidad del sujetopara Lacan radica en que forma parte de una estructura; su existencia está inexorablemente condicionada por su entrelazamiento e inmixión al Otro —”no hay sujeto sin Otro”, afirmará—. Esta condición particular, aun respetando las diferencias que comporta, lo sitúa en el seno de una red que lo trasciende y determina ampliamente: la historia familiar, vehiculizada por la lengua materna cuya batería de términos pertenecen al entramado de relaciones significantes entre los miembros de varias generaciones. El sujeto ocupa allí un lugar vacío, el del intervalo entre los significantes y las cadenas o trenzas del discurso.

La aceptación del Big Bang del lenguaje y el discurso habilita así una nueva clínica psicoanalítica. En ella, todo lo que sucede al cuerpo biológico ya no puede provenir de él salvo en apariencia. El psicoanalista se ocupará de un sujeto que solo existe en un materialismo de la palabra —motérialisme— donde todo lo natural, biológico e individual ha quedado definitivamente olvidado tras el discurso. Ya no se puede distinguir qué es del sujeto y qué del Otro, ni tampoco entre lo dicho por el analizante o por el analista, ya que Eso habla, Eso piensa y Eso goza entre ellos, independientemente de sus respectivos yoes.

De asumir esta posición los analistas deberíamos abandonar el estudio biológico, genético y hormonal de la sustancia viva y dirigirnos a disciplinas como la filología, la lingüística, la historia, la sociología, la antropología, la filosofía, la política, la ética y las ciencias del discurso. En caso contrario, según Eidelsztein, el psicoanálisis podría contribuir aproblemáticas que se basan en distinguir a los individuos en base sus diferencias biológicas, como son los racismos y las discriminaciones sociales y sexistas. Por no mencionar que acabará disolviéndose en el campo de las psicoterapias o de las técnicas de coaching.

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