Álvaro Prieto
Secretario General de Intervención Social CCOO Madrid
Los Centros de Atención a la Infancia (CAIS) son el servicio de atención social especializada para niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo del Ayuntamiento de Madrid. Trabajamos junto a familias que están atravesando situaciones muy complicadas relacionadas con lo social, lo económico, lo escolar, la salud, su propia red de apoyo…situaciones que van más allá de los estereotipos, puesto que en el contexto actual no es tan complicado que la sociedad nos deje atrás o a un lado.
Este servicio tan sensible, que nace al amparo de la legislación en materia de Servicios Sociales de las Comunidad de Madrid (6 de junio de 1984) en 1988 como un centro de titularidad pública, y que al año siguiente oficializa su externalización. Esta senda lejos de ser abandonada camina con paso firme, puesto que en el nuevo modelo de Servicios Sociales anunciado a bombo y platillo por el delegado del Área parece evidente que seguirán creciendo los centros de gestión privada (en la actualidad hay 3 públicos y 9 privados).
La colaboración público-privada ha cristalizado una vez más (no es casualidad que convenza a ambas partes) en precarización. La entrada de empresas de inversión de capital de riesgo (“fondos buitres”) en las licitaciones es su máximo exponente, pero no hay que dejar de mencionar que los gestores anteriores han sido el oenegismo, la caridad y las empresas piratas, cada una con su motivación. Las ONGs y la caridad veían una oportunidad única para el lavado de cara y el uso del voluntariado para evitar que lo social se profesionalizara y se supervisara. Y las empresas piratas pensando que nadie miraría como se roba en lo social, porque lo social a nadie le importa.
Pero también hay luz y esperanza en el lodazal que viene montando la administración con su comparsa de empresas. Este verano, tras dos años de movilizaciones, la plantilla de Grupo 5 que trabajan en estos servicios (CAI y PAIEF: Programa de Atención a la Infancia en el Entorno Familiar) a la que pertenezco, lanzó un grito de alarma. En mi frágil memoria, iniciamos la primera huelga indefinida en el sector que alcanzó los 67 días. Un periodo de lucha que ha servido para unir a una plantilla, para reivindicar unas condiciones dignas y sobre todo para ganar. Hay que repetir y poner el valor a esta acción, el ganar, el recuperar la dignidad desde la lucha. Se ha ganado que el Ayuntamiento de Madrid redujera la prórroga al menor tiempo posible y se comprometiera con una nueva licitación para el verano de 2023, que hará que más de la mitad de mis compañeras y compañeros mejoren sus salarios un 20% (en torno a los 5.000 euros bruto al año). Se ha ganado que mientras llega el nuevo pliego se ha asegurado un 10,65% a dos años (es decir una subida del 5% anual). Se ha ganado reducir el horario de tarde, facilitando la conciliación y con ello evitando las reducciones que menguaban más aún nuestros salarios. Se ha ganado una flexibilidad de entradas y salidas que perseguimos desde hacía 12 años. Y se han ganado unos mínimos en vacaciones más razonables que evitan conflictos en los equipos. Nos sabemos ganadoras por haber mostrado la verdadera cara de Grupo 5 y Corpfin, y por haber recibido todos los apoyos que hemos sentido en cada día de lucha.
Gracias a la AMSM por pedirnos estas líneas. Me llena de emoción escribir sobre un proceso y una plantilla que ha demostrado una enorme valía y ha rescatado el mensaje de seguir luchando, porque se puede ganar.




