[Texto incluido en el boletín nº 36 de la AMSM]
HEMOS LEÍDO…
Alberto Ortiz Lobo
Sano y salvo (y libre de intervenciones médicas innecesarias)
Juan Gérvas y Mercedes Pérez Fernández
Los libros del lince. Barcelona, 2013
Vivimos unos tiempos extraños: tenemos la mejor salud de la historia de la humanidad y, sin embargo, no podemos disfrutarla plenamente, hay un apetito insaciable de consumo de recursos sanitarios que finalmente nos conduce a pensar en la enfermedad de continuo. Parecería que el aumento de la esperanza de vida se está convirtiendo en años de miedo al padecimiento y la muerte. Y ese miedo se está combatiendo con intervenciones sanitarias innecesarias y potencialmente dañinas: chequeos, mamografías y análisis indiscriminados, vacunas inútiles y un extraordinario abanico de actividades preventivas realizadas en personas sanas. Buena parte de ellas no aportan más que efectos adversos, dispendios económicos que enriquecen a unos pocos y mayor preocupación por la salud. Así, en los últimos decenios, a los enfermos clásicos se les han sumado los sanos preocupados por la posibilidad de enfermar, los sanos estigmatizados porque tienen factores de riesgo (hipertensión u osteoporosis por ejemplo) y los enfermos inducidos (como los duelos normales transformados en depresiones que tienen que consumir psicofármacos).
Desde esta perspectiva, los médicos Juan Gérvas y Mercedes Pérez Fernández nos recuerdan que la atención sanitaria es la tercera causa de muerte en la población y que la potencia de sus técnicas también conlleva una importante capacidad de dañar. El mismo escáner que nos permite ver lesiones de pequeño tamaño nos va a exponer, cuando repitamos la prueba en cinco ocasiones, a una radiación equivalente a la que recibieron los supervivientes de la bomba atómica de Hiroshima.
Este intervencionismo sanitario está respaldado por una ideología que plantea la salud desde un determinismo biológico que relega a un segundo plano los factores sociales y ambientales. Un planteamiento interesado, porque sabemos que los niveles de salud de una población dependen básicamente de los logros sociales. Esos logros en cuanto a redistribución de la riqueza (y que comienzan a perderse en esta crisis económica) son los que evitan las enfermedades y muertes debidas a la pobreza, el hambre, el analfabetismo, las malas condiciones de trabajos y viviendas y a la falta de una cobertura sanitaria universal. Detrás de esta idealización de lo tecnológico y lo biomédico hay una colusión de intereses profesionales, industriales (empresas de tecnomedicina, compañías farmacéuticas, empresas sanitarias…), de medios de comunicación, gestores y políticos que incrementa la economía y el prestigio de todos ellos pero que, en numerosas ocasiones, produce más daños que beneficios a los ciudadanos. La simplificación de la salud en lo biológico y lo genético lleva a la protocolización, a los algoritmos, a soluciones homogéneas, guías y consensos, en contra de las necesidades individuales de las personas, cuyo enfermar es cada vez más complejo.
El ámbito de la prevención es el que mejor refleja este sinsentido de actividades sanitarias que comportan la expropiación de nuestra salud. En este campo, los recursos asistenciales se trasladan de los enfermos a los sanos, de los pobres a los ricos, de los mayores a los jóvenes y de los analfabetos a los universitarios. Todo se justifica por la prevención, incluso resultados mínimos que arrastran costes millonarios, dolor y muertes. Unos resultados que muchas veces se justifican con objetivos intermedios irrelevantes (como las cifras de colesterol) y no finales (menos muertes por accidentes vasculares). Una prevención que transforma factores de riesgo en enfermedades y cuyo alcance de intervención es máximo, puesto que incluye a las personas sanas.
Fundamentados en el rigor científico, una extraordinaria capacidad de argumentación y mediante una prosa amena, ligera y edificante, apta para todos los públicos, Juan Gérvas y Mercedes Pérez Fernández nos ayudan a mantenernos a salvo de las intervenciones médicas innecesarias. Lo hacen tanto desde una perspectiva global como abordando los problemas en concreto (como puedan ser las vacunaciones, la hipertensión, la osteoporosis o los distintos cánceres). Un libro fundamental y optimista que han de leer, no ya los profesionales sanitarios, sino los ciudadanos, porque todos tenemos que protegernos de la medicalización de la vida para poder disfrutar de nuestra salud.